viernes. 18.10.2024
Tres o cuatro trabajando y ciento, mirando... Cada año sube la expectación por tan tradicional recreación. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.
Tres o cuatro trabajando y ciento, mirando... Cada año sube la expectación por tan tradicional recreación. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.

Este domingo, sí. Estaba previsto que el pasado día 6 tuviese lugar el ya tradicional -acaba de cumplir los cinco años, descontados los del Covid- pisado y prensado de la uva en el histórico lagar de Xan Preto, en el Concello de Oímbra. Pero, lo recordarán, Kirk obligó a posponerlo. 

Fue el primero de sus protagonistas, pero no el único, porque allí, camino del monte, no faltaron. El primero y principal, capaz incluso de sonreírle a la cámara, fue Manolito, "o macho". Lleva años viviendo en Rabal, como Sergio -este es macho también, pero humano y encargado de que no se derramase ni pizca del mosto en su paso del cántaro al pipote-.

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Manolito cuesta arriba y a toda máquina camino del pétreo lagar. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.

Y tiene en su currículum tantos años de protagonismo como el lustro que llevan en Oímbra recuperando una de sus tradiciones. Pinta que el padre, el exalcalde Alfonso Villarino, instauró como gran fiesta gastronómica la del Pimiento y su hija, Ana, va camino de dejar cuño propio con ésta del prensado

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La regidor Ana María Villarino, con su padre, el también alcalde en su día, Alfonso. | FOTO: Xosé Lois Colmenero. 

Pero, volvamos a Manolito. Iba a su bola camino del lagar. Llevaba el buen cuadrúpedo unos 600 kilos de uvas remolcadas y ni las de las cestas del "folar", una de las novedades de esta edición, eran capaces de seguirle el paso -si eres reportero y llevas una semana con la zona lumbar y sacroilíaca tocada, tampoco-.

Hizo un par de paradas de rigor, para reducir marcha y de paso permitir que se tomasen los primeros retratos y sonasen las gaitas en quieto, que también las había. Fíjense si era mucha la velocidad alcanzada que, en esta edición y también como novedad, un furgón-coche escoba cerraba la comitiva.

La música tradicional acompañó en todo momento a las labores de pisado y prensado. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.
La música tradicional acompañó en todo momento a las labores de pisado y prensado. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.

Por haber, hasta había invitados transfronterizos esta vez. La Associação Flaviense de Caminheiros tenía programada, también para este domingo, una de sus andainas por territorio vecino pero extranjero: "Vendimas de Oímbra", y allí que se presentaron para incrementar en más de una treintena los ya presentes, justo en el momento en el que empezaba a recorrer la piedra el líquido que más tarde se convertiría en vino sin milagro alguno. 

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Y así, pisada a pisada, iba saliendo el futuro vino. | FOTO: Xosé Lois Colmenero. 
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Más de un centenar de personas presenciaron el quinto prensado del lugar. | FOTO: Xosé Lois Colmenero. 

Como fue una jornada de novedades, hasta se dejó ver el presidente de la Denominación, Jonatás García, muy activo y participativo en eso del trasiego del lagar a las pipas cántaro en mano. 

Manolito aguardaba. Tenía a Maribel pendiente de él. Y soportaba con su paciencia infinita la cantidad de fotografías que se hacían con él como "prota". Mientras, eran mayoritariamente las mujeres las que pisaban, destacando los pies de la regidora sobre el resto, para que luego fuesen los hombres los que exprimiesen hasta la última de las gotas de las uvas de la parcela del Inorde montando y moviendo hábilmente el mecanismo. 

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Manolito y su asistenta Maribel. | FOTO: Xosé Lois Colmenero. 
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¿Adivinan cuáles de esos son los pies de la regidora? | FOTO: Xosé Lois Colmenero.

Entre tanto, parón para el tradicional almuerzo, de la mano de las "Loureiro", esa suerte de hermanas, nunca mejor dicho, que tanto te fríen pimientos en su gran feira, como elaboran "folares a fartar" -típico pan portugués con más enjundia que una empanada del Roscas- o endulzan el paladar con sus rosquillas y torrijas después del ágape ya en As Barrocas. 
 

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Las "Loureiro", encargadas de la intendencia a base de "folar" portugués. | FOTO: Xosé Lois Colmenero. 

Y, para novedad, hasta un vehículo de emergencias. Porque otro Manuel se desvaneció levemente y su familia, presente, quiso que lo viesen en Urgencias por si de algo mayor se trataba. 


Quedaban, ya saben, el tránsito con las gaitas de repertorio infinito desde el lagar a la bodega con Manolito ya más descansado porque la pendiente y los santos apoyaban lo suyo. Y el esfuerzo final del animal para abandonar cargamento y carro marcha atrás con avisador de maniobra incluido -mientras unos ayudaban, otros indicaban -nunca faltan- y un último, móvil en mano, la señalaba acústicamente con eco de una de las gaitas-. Dicen que sonrió -el animalito-, en cuanto se vio liberado de peso y arreos.

Manolito nos dedicó una sonrisa antes de partir con el mosto recién elaborado. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.
Manolito nos dedicó una sonrisa antes de partir con el mosto recién elaborado. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.

Pero, para sonrisas, las que comenzaron a verse tras dar cuenta del vino de la uva pisada, prensada y fermentada un año antes y por estas mismas fechas, y los oportunos pinchos -en los que no había mucha más gente de los que había subido al monte, curioso sí, pero tal cual-. 

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Ágape en la bodega As Barrocas, con una gran vista del valle al fondo. | FOTO: Xosé Lois Colmenero. 

Y por si alguien puede suponer que la iniciativa no logra su fin, les diré que yerran. Hubo un ingeniero agrícola que sabe lo suyo de iglesias prerrománicas en Mixós que trajo hasta el lugar y lagar a sus dos retoños y al suegro retornado de Venezuela tras décadas fuera de Lalín, que nunca había visto una vendimia.

Quedan algunos protagonistas más, pero podremos dejarlos para una sexta edición, cuando volvamos a dar cuenta del vino logrado este domingo de pies con mucha más pedicura de los de siglos atrás en idéntica faena.   

 

CRÓNICA | Un pisado y prensado cargado, como "Manolito", de novedades