La novena edición del FIC acaba de bajar el telón. Otro año más, y como cada sábado noche, una cuidada gala final pone el broche a toda una semana de proyecciones, ambientadas con actividades paralelas de gran acogida por parte del público, como la protagonizada por el humorista Touriñán.
Allí estaban, casi los de siempre. Y no lo estaban -parafraseando a la ministra Montero-, lo que ya nunca están. Solamente la alcaldesa de Riós, Eva Barrio -la de Oímbra no compareció por motivos personales de fuerza mayor-, decidió desmarcarse de la orden no escrita pero sí oída de no contar con ninguna representación popular local en las primeras bancadas del auditorio verinense.
Repetimos presentador, de la tierra, Manuel Cortés, pelín menos inspirado que en la noche de su debut el pasado año pero siempre con una gran y cercana conexión con el público, la que le da sentirse uno más. Como ya fijos en la escaleta lo son también Míster Cool y acompañantes, capaces del darle un aire musical muy distinto gracias a esos "pétalos" que desgranaban y esparcían a cada aparición sobre el estrado, ya fuese el presentador, premiado o cualquier otro invitado.
La primera en representar a las instituciones fue la concejala del ramo, Samanta Barreira, quien destacó "o orgullo que para min representa participar nesta festa cultural que xa se converteu nunha necesidade pola súa capacidade para contaxiar valores sociais. É un foro especial e esencial, que conta cun equipo de moitísimo talento e que constitúe unha verdadeira entrada para ver ao mundo dende aquí, dende a casa", dijo Barreira Vivián de esta nueva edición.
Tras el primero de los discursos institucionales, comenzamos a conocer a los premiados en esta edición, según sus diferentes categorías. De los más de 700 cortometrajes visionados llegados de una treintena de países, 25 de ellos pasaron a la criba final, dejando a la producción de Sara Naves -"O estado de Alma"- como una de las grandes vencedoras de la noche, capaz de llevarse a la vitrina del salón el galardón al mejor corto en la categoría Horizontes y el otorgado por el público, obra de Pato Joyeros.
En la categoría A Raia, el premio fue para el director suizo-portugués Basil Da Cunha por su film ‘2720’ y en la tercera de las categorías, la Nova, el ganador fue Guillermo García López con el filme ‘Aunque eres de noche’.
Hasta aquí, el jurado más profesional. Porque esta novena edición del FIC estrenaba otro galardón más, que en este caso correspondía al que otorgaba el Xurado Novo, en un claro guiño de la organización del festival de atraer la atención de los más jóvenes de la villa hacia el certamen. Sus cuatro integrantes decidieron premiar al cortometraje ‘Lemon Tree’, de Raquel Walden.
Desde el jurado oficial, compuesto por Severiano Casalderrey, Nora Sola y miembros del Teatro Experimental Flaviense de Chaves, también quisieron hacer menciones especiales a algunos de los cortos participantes. En la categoría Nova, la mención fue para ‘Nada de todo esto’ de Francisco Cantón y Patricio Martínez; y en la categoría A Raia para ‘A rapariga de olhos grandes e o rapaz de pernas compridas’ de María Hespañol y ‘A short film about kids’, del palestino Ibrahim Handal.
Y bien, hasta aquí lo más oficial y representativo del certamen, claramente inherente a su objetivo fundacional, pero aún restaban por conocerse, por ejemplo, los primeros pasos que el presentador dio en uno de los bares de su localidad natal cuando se estrenó el gran éxito del moreno de solárium George Dann -El Bimbó, allá por 1977-; el establecimiento hostelero que mejor pincho de Cine elaboró y que no se acercó a recoger el galardón; los premiados en los concursos de pintura y, cómo no, lo que alcalde y director, por este orden, tenían que decir para echar el cierre.
El ratoncito Pérez, mejor alimentado que en Navidades, entregó a la simpática Mariña García, por su "Blancanieves", el galardón del concurso de pintura en la categoría de infantil-juvenil. Premio que en la de mayores se llevaría Pepa Alonso por "El silencio de los corderos".
Este último lo entregó el regidor verinense, Gerardo Seoane, que estuvo ligeramente más locuaz que su predecesor el ratón, y acabó por enviarle una recomendación enmascarada de ligero rapapolvo a la dirección del festival y concejalía anexa, solicitándoles que para venideras ediciones se incremente el número de actividades paralelas, se abra el festival a nuevas y distintas categorías y se abandone la "precisión germánica con la que se trabaja", señaló el primer edil. No dejó duda, sin embargo, de que "seguiremos traballando xuntos ata o final" -por si alguna mínima había surgido tras el cariñoso puntapié a sus colegas de Corporación-.
Y así, del viaje del primer edil a otro mucho más emotivo y necesario, el que evocó la vida y obra de otro verinense muy ligado a esto del celuloide, el historiador y director Plácido Romero, recientemente fallecido. Al estrado subieron Antonio Gerardo Gómez y su hija Victoria Eugenia, hijo y nieta del protagonista que Romero Bernardo quiso honrar con sus "Conversas e Petiscos de Pato" -uno de sus últimos trabajos audiovisuales-, para recordarle y recordarnos que "Verín pode sentirse orgulloso de telo coma veciño" -palabra de Pato (hijo)-.
Le seguiría una breve pieza con clara firma Godás -también su música estaba de fondo- recuperando imágenes de toda una vida -como la que Plácido contó, por ejemplo, de "Tonho, o Cesteiro"- y el discurso de cierre del mandamás de todo esto, Carlos Montero Zorrilla, quién reivindicó a su criatura como un referente en el panorama provincial en esto de los certámenes de lo audiovisual, y que "sin duda ocupa un destacado lugar en el circuito gallego, gracias, entre otras cosas, al equipo en el que hay una gran cantera local", apuntó antes de los agradecimientos, "a aquellos más de 40 establecimientos y entidades que nos apoyan, todos de aquí, porque es vital apoyarse entre nosotros, tejer lazos aquí", afirmó Montero Zorrilla.
Y así, con el aplauso, la breve despedida del presentador y la foto familiar de todo el equipo con "Pepe" -ese hombre para todo en el auditorio próximo a jubilarse- como protagonista final, se bajó el telón de un FIC al que todavía le quedaban fuera el photocall para rezagados y los pinchos a la luz de la luna con su música en directo.
