Han preguntado hoy por Darío del Río, el avatar de quien suscribe con más pelo en barba que en lengua. Está de días. Se incorpora el próximo jueves, tras el puente. De ahí que le haya tocado todavía a un servidor tener que decir lo que él y yo pensamos -también muchos de los comerciantes consultados-.
Bien es cierto que no se me había pasado por la cabeza abrir este melón así, a golpe de fin semana y a estas horas. Pero, la vida y sus cosas, como que me han inclinado a ello. Tres han sido los desencadenantes: El primero, la nota de prensa enviada por el Concello de Verín con el esquelético programa del Samaín local. El segundo, una fugaz visita matutina a la villa alaricana. El tercero y último, una pregunta vespertina vía Whatsapp: "¿Hay algún plan interesante para este martes por la noche?".
Pues, no, en Verín no lo hay. Y mira que lo lamento, y lamentan mucho, sobre todo los comerciantes -aunque algunos siguen tirando de ingenio, tiempo y algo de dinero para ofrecer atractivo en estos días a sus clientes-. No pienso entrar en la crítica fácil de si es o no una fiesta impostada, importada o puramente "enxebre". Me la trae al pairo ese debate -muchos de los que critican la americanización de nuestra sociedad acaban atiborrándose de hamburguesas en el McDonald's de Ponte Vella Centro Comercial, en un claro ejercicio de apoyo al comercio local de la capital-.
Lo único que he podido constatar esta mañana es que mis acompañantes y yo tuvimos que recorrer todo el casco viejo alaricano para no hallar ni una mesa libre en la que tomar un Tapias del 22. Eran cientos las familias que habían acudido con sus pequeños a retratarse en los baratos pero "curradísimos" escenarios que el grupo de Gobierno de los de Pontón -¡anda, pero si aquí en Verín también la competencia es de los mismos!- distribuyó por toda la pequeña pero siempre acogedora villa.
Lo consiguieron años atrás también con sus decoraciones navideñas, que otros municipios acabaron copiando, y que ahora son ya referente en el mapa de ocio de las últimas semanas del año.
Y no se crean que se gastan la millonada de pasta que el "Tío Gilito" Caballero lo hace en Vigo abarrotando sus calles de watios y ohmios. Les bastan, en Allariz digo, las ganas y el ingenio. Y así llevan lustros, innovando, porque sus decorados no son los mismos año tras año. No, se los trabajan, amplían y mejoran. Y el público -sobre todo los niños-, los premian -con consumiciones, comidas familiares en sus locales y compras en los establecimientos abiertos en fin de semana y festivo (otro melón más, no, por favor)-.
Verín metió miedo en su día. Fue una aventura fugaz en su Samaín propio. Ahora comienza a meterlo todos los días.