domingo. 19.05.2024

OPINIÓN | Te - le - rri - ba

Miguel Ángel Valero "Piraña", uno de los más queridos de exitosa "Verano azul". | FOTO: RTVE.
Miguel Ángel Valero "Piraña", uno de los más queridos de exitosa "Verano azul". | FOTO: RTVE.

Este 2 de mayo viene sembrado. Además de conmemorar en la capital del Estado aquel levantamiento contra los gabachos de 1808, que acabó generando una ola reaccionaria por el resto del territorio hasta desembocar en la llamada guerra de la independencia contra los franceses; podríamos celebrar el día mundial del atún o el de la contraseña -ya ven que hay más días que longanizas y todos ellos internacionales-.

Sin embargo, para no faltar a nuestra cita diaria con la sección en la que, de cuando en vez, les damos los buenos días con una sonrisa; hoy, y en formato mucho más serio, queremos desayunar con un tema que, como diría el expresidente del Gobierno, M. Rajoy -así lo acuñó su tesorero encarcelado-, no es cosa menor: el bullying

La fecha fue establecida por asociaciones de padres y diversas organizaciones no gubernamentales para concienciar sobre los riesgos del acoso escolar y los métodos para evitar la violencia en los centros escolares, y para establecer un protocolo de actuación ante casos de este tipo. Esa causa se representa con un lazo de color púrpura. 



Se define el bullying o acoso escolar como aquella forma de comportarse o dirigirse a otra persona ya sea de forma verbal o física, causando un daño temporal o permanente -ojo- en la víctima. Es un tipo de hostigamiento reiterativo de una o más personas hacia sus semejantes, en los cuales la persona sufre de amenazas, intimidación, manipulación e inclusive, agresiones físicas.

La definición suena dura, más aún lo es la realidad. Les puedo hablar en primerísima persona de la crueldad de algunos de mis compañeros de aula en aquel colegio religioso de los 80. Era el gordo y, para más inri, de pueblo.

Ellos -una gran mayoría, a los que no les guardo rencor alguno-, de estilizada figura -salvo el peluquero- y venidos al mundo en la ilustre villa de Verín. No todos se apuntaron a ese particular y, quiero pensar que inocente, hostigamiento reiterado por mi apariencia física, ampliamente cosechada por las exquisitas morcillas con las que mi madre me premiaba todas las tardes tras la rápida ejecución de la tarea diaria encomendada. 

Pero sí una buena parte de ellos. Fueron crueles. Recuerdo con meridiana claridad aquel recreo del lunes posterior a uno de los capítulos de la exitosa serie de Mercero, "Verano azul", en la que toda la pandilla de Pancho decidió, en un brote de rebelión conjunta, hablar al revés. Al pobre "Piraña", durante ese capítulo, lo apodaron "Te-le-rri-ba", o lo que viene siendo "barrilete" al revés. 

Fue el mío también en aquel recreo del lunes. 

Este primero de mayo coincidí, circunstancialmente, con el dial del 91.6 de "su" FM. El hijo del médico Carlos Herrera entrevistaba a un niño de altas capacidades, de tan solamente 12 años, que narraba los episodios protagonizados por sus compañeros en Primaria y, cómo no, en los recreos. La maldad de sus congéneres lo llevó a un ostracismo tal que era su madre la que lo acompañaba en esos 20 minutos de descanso desde el otro lado de la verja del colegio. Brutal. 

Pero más potente fue la frase de ese pequeño pero muy maduro chaval de 12 años, que lanzó un demoledor mensaje a la mayoría de los padres y en la antena de la Cadena de las Ondas Populares de España: "No deberían preguntarse si sus hijos son víctimas de bullying. Deberían preguntarse si son sus hijos los que lo están ejerciendo". 

Han pasado cuatro décadas desde entonces. Y tengo la ligera impresión de que poco o nada ha cambiado. Seguimos saludando, aunque de manera inconsciente, a alguien que llevamos tiempo sin ver con un "has engordado -o adelgazado-". Pocos se paran a preguntar si su estado es fruto de los últimos tratamientos con corticoides, si su tiroides ha decidido tomarse un respiro dejando el metabolismo al libre albedrío o, mucho peor aún, si le ronda un puñetero cáncer que le está comiendo las entrañas.

Llegamos a oírlo incluso en los plenos de las Corporaciones locales. Una joven asturiana está siendo víctima de acoso en las redes por su color de piel, como si los asturianos tuviesen un RH también característico, como el que aseguraba Arzalluz que tenían los vascos. Xurxo Doval, secretario general de las Xuventudes Socialistas de Galicia, lleva días sufriendo ataques LGTBIfóbicos "que contaron con la complicidad y respaldo de miembros de la dirección de las Novas Xeracións del PP", asegura el PSdeG en una nota. 

Y podría seguir hasta aburrir, por no entrar en aquellos casos, más concretos de acoso escolar, que han derivado, desgraciadamente, en la muerte de la víctima, porque siempre es ésta la que acaba perdiendo y debe mudarse de colegio o instituto -¡claro!, ¿cómo vamos a expulsar a una clase entera?-, si es que antes no se tira de un puente o una ventana. 

Este país suspende en tolerancia y, lejos de preparar la reválida con nota para septiembre, todo indica a que la asignatura estará pendiente, lamentablemente, muchos años más. 
 

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